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Puntos negros y otros artículos
José Nakens |
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Colección Lo que no debe decirse
Contiene 70 imágenes inéditas de la época con portadas de El Motín.
Precio 15 €
288 Páginas
ISBN:978-84-936562-8-7
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Las religiones degradan y embrutecen
Gentes religiosas
CUBIERTA DE ANDRAJOS y casi descalza, la niña entró en la
iglesia a resguardarse del frío.
Celebrábase una novena que un devoto costeaba a la
Virgen por haber atendido a la súplica que le dirigió para
que helase fuertemente, pues de otro modo no podría patinar,
y el templo estaba como un ascua de oro.
Embobóse la niña con la imagen de la Madre de Dios,
que ostentaba un manto de riquísimo terciopelo cuajado
de brillantes, y, recordando consejos maternales, cayó de
rodillas, cruzó las manos y pidióle un traje de abrigo.
Fijóse en ella una elegante señora que, acompañada de
su esposo, llegaba henchida de fe a rogar por el pronto regreso
de su amante, y ordenó indignada a un monaguillo
que la arrojase del templo, no sólo por el asco que producía,
sino para evitar que robase algo.
Cumplió el acólito con celo sin igual el mandato piadoso,
y la niña fue arrojada a la calle cuando empezaba a oscurecer.
Refugióse llorando en el quicio de una puerta, y
al cabo de una hora acertó a pasar a su lado una señora
gruesa, que se fijó en ella, y, al ver que era guapa, se la llevó
a su casa, pensando en un caballero con quien había
hablado aquella mañana.
Y al verse al día siguiente con un traje nuevo, bien calzada
y perfumada, la niña cayó nuevamente de rodillas y
cruzó las manos para dar gracias a la Virgen por la eficacia
con que la había atendido; postura en que la sorprendió
un caballero que entró en su gabinete, adornado con
imágenes de María Santísima y de su esposo; caballero
que cerró la puerta y la sentó sobre sus rodillas.
Y al fijarse la niña en él, reconoció al católico esposo de
la católica señora que había mandado la tarde anterior
arrojarla del templo católico, donde no hay pobres ni ricos,
sino hermanos en el Señor
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NIHIL
«¡YA NO HAY NADA! Nadie está encargado de la ejecución de
este decreto». Así creo que decía el artículo primero
y único de la Constitución que Rochefort publicó en tiempos del
corrompido y degradado imperio napoleónico,
que terminó lleno de fango y vergüenza en Sedán.
¿No podría aplicarse hoy aquí, en el sentido
de que no hay nada de lo que necesitan los pueblos para
ser dignos y prósperos?
¿Queda dinero? No; y si alguno hay está en manos de
los que siempre las tuvieron largas para apoderarse, sin
contingencias legales, del ajeno.
¿Queda vergüenza? De haberla tenido, si acaso. Ha tiempo
que tal señora desapareció de la escena, por no encontrar
pecho donde albergarse.
¿Queda honradez? Aparentemente, la indispensable para
no ser ahorcados todos en un día: en el fondo, menos aún
que vergüenza y dinero.
¿Queda patriotismo? Que respondan las Carolinas, enajenadas
moralmente por los conservadores, y España puesta
a los pies del Papa por los fusionistas.
¿Queda valor? HabIe Cánovas, escapando del Pardo el
día de la muerte del rey; dígalo Sagasta, molestando sin cesar
a militares y paisanos cuando Ruiz Zorrilla escupe al
suelo en vez de hacerlo a cierto a rostros.
Queda dignidad? Léanse las sesiones de las Cámaras
de algunos años a esta parte: se tratan sus miembros como
verduleras, y luego se desdicen y se dan explicaciones humillantes.
¿Queda moralidad? Hasta el significado de esa palabra
se ha perdido desde que se respeta al ladrón que robó con fortuna.
¿Queda justicia? Por el temor que inspiran los encargados
de administrarla, hay motivos sobrados para dudarlo,
cuando menos.
¿Quedan energías, caracteres? Menos que otras cosas.
La raza de Cortés, Pizarro y García de Paredes está hoy
representada por Villaverdes, Moreta y Castelares.
¿Qué queda aquí, pues, de lo que eleva, salva, engrandece y dignifica?
Ya lo he dicho: nada.
¿Y de dónde entonces esperar la salvación? De un cataclismo
tremendo en que nadie se entienda; ni sepa lo
que quiere, ni adónde va; de un sacudimiento terrible que
lo derribe, lo mezcle y lo confunda todo, perezca lo que perezca
y caiga lo que caiga.
Y a ver si del conjunto de negaciones que he apuntado
«sale una afirmación salvadora; algo que pueda redimirnos,
pues que hoy no hay nada.
José Nakens
“Puntos negros y otros artículos” de José Nakens y Pérez. Jesús Ayer
Artículo de Ana Muiña, sobre José Nakens para la revista Andalucía en la Historía
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