Novedad
 

Bilis. Vómitos de tinta

Luis Bonafoux  

 

Colección: Lo que no debe decirse

Contiene 14 imágenes inéditas de la época.

Precio 15 €

320 páginas

ISBN:978-84-936562-7-0

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Crónicas de 'Bilis'

Ladrones legales e ilegales


Un ladrón cayó en el garlito. Falto de recursos para comer
bien, como comen los ladrones, y no pudiendo tragar
el rancho de la cárcel, pidió auxilio a los compañeros de su
partida. Se hizo una suscripción.
Se reunió una cantidad de dinero para aliviar las necesidades
del cautivo. Se dio a uno de los compañeros el encargo
de entregar la suma recaudada. Y el encargado, que
adoraba una mujer, la cual era su vicio, dispuso de los francos
para divertirse locamente con ella...
Los demás compañeros se reunieron en audiencia. El
Presidente, un tal Rouget, consumado ladrón, interrogó al
reo. El Fiscal, también ladrón, pidió la pena de muerte. El
Jurado, todo de ladrones, le condenó. Otro ladrón, llamado
Cocó, fue designado por la suerte para ejecutar la sentencia.
Y el reo fue hallado en el camino de Passy, boca abajo,
con la espalda atravesada por la hoja de un puñal.
La justicia, legalmente constituida, intervino en el asunto,
y Rouget fue preso...
En esa vista a puerta cerrada del proceso de un ladrón
juzgado por ladrones, el ceremonial y los elementos constitutivos
del fallo son absolutamente iguales a los procesos
en la sociedad legal. Hay un delincuente, un magistrado
que acusa, otro magistrado que falla y un instrumento
de la ley que ejecuta. La sentencia se inspiró en el instinto
de conservación social y en el más alto espíritu de justicia.
El robo verificado en detrimento de un compañero
cautivo y menesteroso, cuya vida peligraba, fue estimado
como asesinato a traición y a mansalva. El reo mereció morir.
Murió...
—Pero... ¿quién dio a esos señores ladrones el derecho
de constituirse en jueces de un semejante suyo?...
—Y a nosotros, los que no hemos robado todavía, ¿quién
nos dio el derecho de legislar, acusar, fallar y ejecutar?
¡Pero nosotros estamos constituidos en sociedad!
¡Pero ellos también lo están!
—Pero nuestra sociedad no se ha constituido para robar.
—Pero con el robo pasa lo mismo que con la poligamia.
El hombre civilizado no es legalmente polígamo.
—Porque no le dejan: pero lo es de hecho. Cada familia
es un serrallo de hipocresías. Nuestra sociedad no tiene
por fin el robo, pero lo tiene como medio de existencia. Toda
transacción es un robo. Una de las partes resulta siempre
perjudicada; luego robada. Se roba hasta sin querer, sin
darse cuenta, porque el dolo está en la naturaleza de todas
las cosas...
—Pero los jueces del reo de Passy eran ladrones con
arreglo al derecho escrito.
—Pero nosotros también somos ladrones con arreglo al
derecho no escrito. La diferencia es ésta: ladrones ruidosos,
van a la cárcel; ladrones silenciosos, andan sueltos.
—Es usted, señor Bonafoux, un anarquista.
—Y usted, señor mío, es un animal.

 

Luis Bonafoux

 

 

 

 

 

 

 

 

Apertura de Ana Muiña

‘Bilis’ es una recopilación de crónicas políticas, sociales y literarias publicadas en París, 1908, por el gran escritor Luis Bonafoux; uno de los periodistas más lúcidos y satíricos de entre-siglos, maestro de maestros, considerado en su tiempo el moderno Quevedo y hoy, un absoluto olvidado.
Sobresaliente polemista, su instrumento de trabajo principal fue el artículo de periódico, con unas características de estilo, tema y enfoque que armonizados entre sí originaron un género específico, la crónica bonafouxiana, de notable influencia en Ortega y Gasset, Rubén Darío o Julio Camba.
La existencia de Bonafoux fue un periplo, acuciado sin descanso por las penurias económicas y la persecución política. Tuvo que desaparecer de Puerto Rico, después de ser apedreado; y de Madrid, su vida corría peligro. Así, huyendo, llegó a Francia donde residió hasta que Clemenceau, ministro del Interior y de la Guerra, le invitó a marcharse perentoriamente. Recaló en Londres donde falleció de tristeza y de amor al no poder soportar la pérdida de su compañera de toda la vida, Ricarda Encarnación Valenciaga.
Al publicar Bilis levantamos la conspiración del silencio mantenida sobre esta admirada figura de las letras para descubrir toda la fuerza y vigencia de sus escritos.
Con José Nakens y Luis Bonafoux abrimos una nueva colección editorial dedicada a los textos de las figuras pioneras del periodismo comprometido, ilustrados con las páginas originales de sus obras y con imágenes inéditas.

 

 

 

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Bilis contra la inmoralidad


Reseña de “Bilis. Vómitos de tinta” de Luis Bonafoux. Rebelión

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Trasero sagrado

DÍGASE LO QUE SE QUIERA, la historia de España en los últimos
veinticinco años ha sido representada en Europa por
el trasero de la Otero (1). La historia de su nalgatorio, zarandeándose
en molinete por toda Europa,
es la historia de la actualidad española.
El europeo recuerda que todavía
existe España cuando sigue con la vista
el nalgatorio de la Otero, aprisionado en gasas que reflejan
los colores de nuestra bandera, y al aplaudir el nalgatorio,
aplaude el símbolo de lo único hermoso que da el
país. Todavía tenemos nalgas alegres, flexibles y ondulan
tes... ¡Todavía hay Patria!
Esa bailarina puede decir que se ha pasado por entre las
piernas toda nuestra historia contemporánea. Ella es la
única personalidad que ha arrancado espontáneos y sinceros
vivas a España en el extranjero.
El pueblo francés no conoce nuestros políticos ni nuestros
literatos; pero conoce a la Otero. No hay un solo periódico
francés que escriba a derechas los apellidos de nuestros
grandes hombres; pero todos los periódicos franceses
saben escribir Otero. Y la Otero, aunque tirada por los suelos,
resulta ser la más alta personalidad española en Europa.
Pienso en ello recordando la anunciada boda de nuestra
ilustre compatriota, porque ella merece, mucho más que los
Cánovas, una estatua, y yo, que no apruebo la proyectada
conmemoración de la guerra de la Independencia —cuyas
batallas no fueron ganadas por nosotros, sino por los ingleses—,
aprobaría que se dignificase la boda de la Otero
con una procesión cívica en Madrid, figurando en ella lo
más granado de la villa y corte.
—Soy franca como buena española —ha dicho altivamente
la Otero— y, encarnando el carácter nacional, ha estado
admirable en sus primeras entrevistas con el novio.
Al señor René Wepp le dijo cuando fue a pedirle la suave
mano:
—Puesto que usted, según dice, hace cuatro años que
me ama por mi retrato, yo le aconsejaría que continuase
amándome en fotografía. Cásese usted con mi retrato; de
ese modo no tendrá usted historias ni arrepentimientos,
mientras que casándose conmigo yo no garantizo nada,
nada...
Y el señor Wepp —que no es un cabrito con toda la barba,
sino un inglés reflexivo—, quedó encantado de tan hidalgo
lenguaje.
La Otero es, por otra parte, la única personalidad española
que ha practicado el anticlericalismo en el extranjero.
En una soirée que dio en Jueves Santo, alguien le dijo:
—Yo la suponía a usted católica a macha martillo. ¡Como
envía usted tantos trajes a la Virgen del pueblo!...
Y la Otero, riendo:
—Hombre, tiene la mar de gracia. ¿Qué quiere usted que
les haga yo a aquellos brutos, entre los cuales, al fin y al cabo,
he de vivir? Después de todo, a mí me dan mucha lástima
cuando pienso que me llenan de bendiciones porque
les mando trapos de desechos de mis juergas para vestir a
la Virgen.
La Otero es un carácter, y como lo más visible del carácter
de ella es su trasero de bailarina, debemos honrarlo en
esta ocasión, honrando las glorias patrias...
Es un trasero sagrado, aunque ha escurrido la lujuria de
todo el mundo en sábanas de encajes. Él inspira lo mismo
que inspiraron los pies de Santa Teresa, «resplandecientes
como nácar y olorosos a azamboas», cuando los devotos
de la santa invitaban al público diciéndole:
—Lleguen, lleguen y huelan...


(1) Carolina Otero,
célebre bailarina
española, famosa por
hacer el molinete en
las tablas de París.

Luis Bonafoux